Vivir sin destacar: una revolución silenciosa
17.7.25Vivimos rodeados de mensajes que nos empujan a dar siempre más. Ser productivos. Superarnos. Exprimir el día. Hacerlo todo bien. Destacar. Ser “la mejor versión de una misma”.
Y, sinceramente, me aburren.
A mi edad, ese discurso ya no va conmigo. No me interesa ser la mejor en nada. No aspiro a sobresalir, ni a ganar medallas invisibles en esta carrera de fondo que parece no tener meta. Mi objetivo no es escalar posiciones ni impresionar. Lo único que realmente quiero es vivir con calma, estar en paz conmigo misma y con lo que me rodea.
Hay personas que disfrutan del foco, de la exigencia, de ese impulso constante por avanzar. Lo respeto profundamente. Pero yo ya no quiero estar en esa rueda. Prefiero una vida en la que puedo permitirme estar presente, sin necesidad de demostrar nada.
Me basta con sentir que mis días tienen sentido, aunque no siempre sean productivos. Me basta con momentos sencillos, con relaciones reales, con una rutina amable. Me basta con no estar corriendo.
Y no, no es falta de ambición. Es otra forma de mirar la vida.
Una en la que el descanso no es pereza. En la que lo cotidiano no es mediocre. En la que la invisibilidad no es fracaso.
Vivir sin destacar es mi opción.
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